ORIGEN
Este seminario no empieza con diagnósticos ni reglas. Empieza con algo más profundo: la relación con la comida. Soltar el control. Volver a sentir. Recordar cómo comían nuestros abuelos: con intuición, con calma, sin miedo. Ellos no contaban calorías, conectaban con los ritmos del cuerpo y de la tierra. Hoy te invito a explorar: ¿Y si sanar empieza por soltar? ¿Y si tu cuerpo ya sabe qué necesita? ¿Y si la comida puede ser un puente… y no una batalla?
Este es el punto de partida: escuchar, soltar, recordar.
Volver a casa ✧
En un mundo lleno de reglas, conteos y tendencias, sanar la relación con la comida empieza por soltar el control.
No se trata de seguir una dieta perfecta, ni de evitar esto o sumar aquello. Se trata de volver a lo que nutre de verdad.
Dejar de ver la comida como un campo de batalla, y empezar a verla como un acto de cuidado. Volver a lo simple. A lo sabio. A lo que tu cuerpo ya conoce. La buena relación con la comida no comienza en un plan, ni en una tabla nutricional. Comienza cuando te preguntas: ¿Qué comían mis abuelos? ¿Qué alimentó a esta tierra, a este linaje, por generaciones? Ahí, en lo que es propio y real, muchas veces está la clave. Porque comer no es un castigo. Es un regreso. Es recordar quién ERES y de dónde VIENES. Y desde ahí, florecer.
¿Te gustaría compartir cómo resonó esta primera clase contigo? Tu sentir y tu mirada son muy valiosos para mí. Puedes dejar tu feedback libremente, lo voy a leer con el corazón abierto. También puedes escribirme directamente a mi instagram: @meeryian
VOSOTRAS
Ver tu clase fue como abrir una ventana después de estar mucho tiempo en una habitación cerrada. Gracias por recordarme que no tengo que ganarme el descanso, ni demostrar nada para merecer amor. Hace tiempo sufrí de tca, y escuchar esto creo que es pilar para cualquier mujer. Ahora mi relación con la comida es muchísimo mejor, pero este tipo de contenido me vuelve a recordar por donde es el camino. Te lo agradezco
Angy, desde chile
La clase de Ana me tocó el alma. Después de años de lucha interna con la comida y mi cuerpo, sentí por primera vez que alguien hablaba desde un lugar de verdad y compasión. Sentí que podía soltar el miedo, la culpa, el control... y simplemente volver a confiar en mí. Me recordó que mi valor no depende de mi apariencia, que soy más que un cuerpo. Gracias, Ana, por encender esa luz.
Brenda